31 de Marzo al 6 de Abril 2019
7 al 13 de Abril 2019
13 al 20 de Abril 2019
21 al 27 Abril 2019
31 de Marzo al 6 de Abril 2019

Los temas de los evangelios de Marzo corresponden a la cuarta, quinta semana de Cuaresma, Semana Santa y primera semana de Pascua. No hay una lectura continuada de uno de los evangelistas sino perícopas variadas que nos acompañan hasta las celebraciones de la Semana Mayor. En la celebración con palmeras y ramos, a imitación de los judíos de Jerusalem, reconocemos que algo extraordinario está pasando. La entrada de los acontecimientos de la Cena del compartir, de la muerte y resurrección de Jesús, y el estallido de la presencia viva del Resucitado.

Estas lecturas nos facilitan la comprensión de los acontecimientos de la pasión, muerte y resurrección de Jesús.

 

Estos son los temas por semanas:

El domingo de la cuarta semana nos presenta a Jesús el Cristo como el rescatador, a semejanza de la serpiente levantada en el desierto para salvar al pueblo de las serpientes venenosas.

Las lecturas, de las perícopas evangélicas de la quinta semana están tomadas del Evangelio de Juan. El día domingo es la glorificación de Jesús y la semilla como símbolo y los siguientes evangelios de la semana descubren el horizonte último de Jesús: la hora de Jesús ha llegado, la próxima glorificación del hijo del hombre, la verdad como camino de  liberación, la liberación se hace palabra en Jesús, la muerte no será definitiva por ser Jesús uno sólo con el Padre; y el sábado indica el final humano de la vida de Jesús dictada por los sacerdotes: “un solo hombre morirá para todo el pueblo”.

Se inicia la Semana Mayor con la lectura de la Pasión de Jesús según Marcos, el lunes leemos, la narración del evangelista Juan sobre la visita de Jesús a la casa de Marta y María, Jesús anuncia su muerte y finalmente el miércoles se nos presenta el anuncio de la tradición de Judas en la última cena. El jueves es la Nueva Cena con la acción central del mensaje de Jesús al lavar los pies a sus seguidores, el hacerse siervo. El viernes nos encontramos con la narración de la Pasión según Juan que concluye el camino de Jesús en esta tierra con la subida de Jesús al Calvario, cumbre de la salvación.

La primera semana de Pascual está marcada por las apariciones de Jesús: a las mujeres, a María Magdalena, los discípulos de Emaús, los apóstoles, los discípulos a la orilla del lago de Tiberíades y el sábado a María Magdalena según el evangelio de Marcos. 


31 de Marzo al 6 de Abril 2019

       Cuarta semana de Cuaresma

 

La cuarta semana de cuaresma inicia presentándonos las tres parábolas de Lucas sobre la misericordia de Dios, para que recapacitemos y regresemos a la casa del Padre. Estas son las parábolas de la oveja y la moneda perdida. La tercera es de la casa de la misericordia y del amor, representada en el Padre amoroso que espera ansioso a su hijo extraviado.

 

En los siguientes evangelios juánicos Jesús cura con autoridad, al hijo de un oficial y a un paralítico.

Jesús defiende su palabra y su obra y afirma que quienes crean en él tendrán vida en plenitud. Las últimas perícopas de la semana nos recuerdan el acoso a Jesús de parte de las autoridades religiosas que lo llevarán hasta la cruz.

 

 

Domingo 31 de Marzo de 2019

Evangelio según Lucas 15,1-32

 

Las parábolas era una forma sencilla de explicar las grandes verdades que Jesús quería enseñar a la gente. Las siguientes tres parábolas son exclusivas del evangelista Lucas.

 

Los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharle. Por esto los fariseos y los maestros de la Ley lo criticaban entre sí: «Este hombre da buena acogida a los pecadores y come con ellos.» Entonces Jesús les dijo esta parábola:

«Si alguno de ustedes pierde una oveja de las cien que tiene, ¿no deja las otras noventa y nueve en el desierto y se va en busca de la que se le perdió hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, se la carga muy feliz sobre los hombros, y al llegar a su casa reúne a los amigos y vecinos y les dice: “Alégrense conmigo, porque he encontrado la oveja que se me había perdido.” Yo les digo que de igual modo habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que vuelve a Dios que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de convertirse.

Y si una mujer pierde una moneda de las diez que tiene, ¿no enciende una lámpara, barre la casa y busca cuidadosamente hasta que la encuentra? Y apenas la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas y les dice: “Alégrense conmigo, porque hallé la moneda que se me había perdido”. De igual manera, yo se lo digo, hay alegría entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierte.»

Jesús continuó: «Había un hombre que tenía dos hijos. El menor dijo a su padre: “Dame la parte de la hacienda que me corresponde.” Y el padre repartió sus bienes entre los dos.

El hijo menor juntó todos sus haberes, y unos días después se fue a un país lejano. Allí malgastó su dinero llevando una vida desordenada. Cuando ya había gastado todo, sobrevino en aquella región una escasez grande y comenzó a pasar necesidad. Fue a buscar trabajo y se puso al servicio de un habitante del lugar, que lo envió a su campo a cuidar cerdos. Hubiera deseado llenarse el estómago con las bellotas que daban a los cerdos, pero nadie se las daba.

Finalmente recapacitó y se dijo: “¡Cuántos asalariados de mi padre tienen pan de sobra, mientras yo aquí me muero de hambre! Tengo que hacer algo: volveré donde mi padre y le diré: Padre, he pecado contra Dios y contra ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo. Trátame como a uno de tus asalariados.” Se levantó, pues, y se fue donde su padre.

Estaba aún lejos, cuando su padre lo vio y sintió compasión; corrió a echarse a su cuello y lo besó.  Entonces el hijo le habló: «Padre, he pecado contra Dios y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo.» Pero el padre dijo a sus servidores: «¡Rápido! Traigan el mejor vestido y pónganselo. Colóquenle un anillo en el dedo y traigan calzado para sus pies. Traigan el ternero gordo y mátenlo; comamos y hagamos fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y lo hemos encontrado.» Y comenzaron la fiesta.

El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, cuando se acercaba a la casa, oyó la orquesta y el baile. Llamó a uno de los muchachos y le preguntó qué significaba todo aquello. El le respondió: «Tu hermano ha regresado a casa, y tu padre mandó matar el ternero gordo por haberlo recobrado sano y salvo.»

El hijo mayor se enojó y no quiso entrar. Su padre salió a suplicarle. Pero él le contestó: «Hace tantos años que te sirvo sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y a mí nunca me has dado un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos. Pero ahora que vuelve ese hijo tuyo que se ha gastado tu dinero con prostitutas, haces matar para él el ternero gordo.»

El padre le dijo: «Hijo, tú estás siempre conmigo y todo lo mío es tuyo. Pero había que hacer fiesta y alegrarse, puesto que tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado.»

Pasos paralelos en los Evangelios según: Mt 18,12-14; 9,10-13. Lc 6,36. Ez 34+.

 

Lunes 1 de Abril de 2019

Evangelio según Juan 4,43-54

 

Caná era una localidad de Galilea, aunque su localización es insegura. Generalmente es ubicada en Kefar Kanna, a 6 Km. al norte de Nazaret, pero probablemente su ubicación se da a 13,5 Km al norte de Nazaret en Hirbet Qana, cuyo entorno pantanoso justificaría su nombre cuyo significado es Caña. Los libaneses consideran a Caná un poblado del territorio de Tiro y Sidón.

 

Pasados los dos días, Jesús partió de allí para Galilea. El había afirmado que un profeta no es reconocido en su propia tierra; sin embargo los galileos lo recibieron muy bien al llegar, porque habían visto todo lo que Jesús había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues ellos también habían ido a la fiesta.

Jesús volvió a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había un funcionario real en Cafarnaúm que tenía un hijo enfermo. Al saber que Jesús había vuelto de Judea a Galilea, salió a su encuentro para pedirle que fuera a sanar a su hijo, que se estaba muriendo.

Jesús le dio esta respuesta: «Si ustedes no ven señales y prodigios, no creen.»

El funcionario le dijo: «Señor, ten la bondad de venir antes de que muera mi hijo.» Jesús le contestó: «Puedes volver, tu hijo está vivo.»

El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino.

Al llegar a la bajada de los cerros, se topó con sus sirvientes que venían a decirle que su hijo estaba sano. Les preguntó a qué hora se había mejorado el niño, y le contestaron: «Ayer, a la una de la tarde, se le quitó la fiebre.» El padre comprobó que a esa misma hora Jesús le había dicho: «Tu hijo está vivo.» Y creyó él y toda su familia.

Esta es la segunda señal milagrosa que hizo Jesús. Acababa de volver de Judea a Galilea.

Pasos paralelos en los Evangelios según: Mt 8,5-13. Lc 7,1-10.

 

Martes 2 de Abril de 2019

Evangelio según Juan 5,1-16

 

Betesda es una piscina situada cerca de la puerta de las Ovejas, al norte del Templo que fue teatro de la curación de un paralítico.

 

Después de esto se celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Hay en Jerusalén, cerca de la Puerta de las Ovejas, una piscina llamada en hebreo Betesda. Tiene ésta cinco pórticos, y bajo los pórticos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos, tullidos (y paralíticos. Todos esperaban que el agua se agitara, porque un ángel del Señor bajaba de vez en cuando y removía el agua; y el primero que se metía después de agitarse el agua quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese.)

Había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. Jesús lo vio tendido, y cuando se enteró del mucho tiempo que estaba allí, le dijo: «¿Quieres sanar?» El enfermo le contestó: «Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se agita el agua, y mientras yo trato de ir, ya se ha metido otro.» Jesús le dijo: «Levántate, toma tu camilla y anda.» Al instante el hombre quedó sano, tomó su camilla y empezó a caminar.

Pero aquel día era sábado. Por eso los judíos dijeron al que acababa de ser curado: «Hoy es día sábado, y la Ley no permite que lleves tu camilla a cuestas.» El les contestó: «El que me sanó me dijo: Toma tu camilla y anda.» Le preguntaron: «¿Quién es ese hombre que te ha dicho: Toma tu camilla y anda?» Pero el enfermo no sabía quién era el que lo había sanado, pues Jesús había desaparecido entre la multitud reunida en aquel lugar.

Más tarde Jesús se encontró con él en el Templo y le dijo: «Ahora estás sano, pero no vuelvas a pecar, no sea que te suceda algo peor.» El hombre se fue a decir a los judíos que era Jesús el que lo había curado.

Por eso los judíos perseguían a Jesús, porque hacía tales curaciones en día sábado.

 

Miércoles 3 de Abril de 2019

Evangelio según Juan 5,17-30

 

La palabra padre en hebreo es abi e indica “padre mío” o abinú “padre nuestro”, pero unas pocas veces está escrita como ab indicando padre de generaciones o es  indefinido.

En arameo la palabra es aba e indica padre sin especificación de género. Podemos decir que Dios es padre y madre, y además no “mío” o “nuestro”, según indica el idioma  hebreo, sino Padre de todo ser humano y de toda la creación.

 

Pero Jesús les respondió: «Mi Padre sigue trabajando, y yo también trabajo.»

Y los judíos tenían más ganas todavía de matarle, porque además de quebrantar la ley del sábado, se hacía a sí mismo igual a Dios, al llamarlo su propio Padre.

Jesús les dirigió la palabra: «En verdad les digo: El Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino sólo lo que ve hacer al Padre. Todo lo que haga éste, lo hace también el Hijo. El Padre ama al Hijo y le enseña todo lo que él hace, y le enseñará cosas mucho más grandes que éstas, que a ustedes los dejarán atónitos.

Como el Padre resucita a los muertos y les da la vida, también el Hijo da la vida a los que quiere. Del mismo modo, el Padre no juzga a nadie, sino que ha entregado al Hijo la responsabilidad de juzgar, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, tampoco honra al Padre que lo ha enviado.

En verdad les digo: El que escucha mi palabra y cree en el que me ha enviado, vive de vida eterna; ya no habrá juicio para él, porque ha pasado de la muerte a la vida.

Sepan que viene la hora, y ya estamos en ella, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la escuchen vivirán. Así como el Padre tiene vida en sí mismo, también ha dado al Hijo tener vida en sí mismo. Y además le ha da do autoridad para llevar a cabo el juicio, porque es hijo de hombre.

No se asombren de esto; llega la hora en que todos los que estén en los sepulcros oirán mi voz. Los que obraron el bien resucitarán para la vida, pero los que obraron el mal irán a la condenación.

Yo no puedo hacer nada por mi cuenta, sino que juzgo conforme a lo que escucho; así mi juicio es recto, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad de Aquel que me envió.

 

     Jueves 4 de Abril de 2019

Evangelio según Juan 5,31-47

 

En la justicia del mundo semita, piden dos testimonios para dar validez a una declaración. Jesús dice que su testimonio es válido, porque es demostrado por las obras que realizas, que no se explicarían sin la presencia divina en Él. Esta es una reflexión de la comunidad juánica, en seno de la cual nació el cuarto Evangelio.

Las antorchas estaban hechas de varias maderas atadas juntas y empapadas en aceites o alquitrán. Servían para iluminar en determinadas circunstancias los campos, las calles y  las plazas de la ciudad.

 

Si yo hago de testigo en mi favor, mi testimonio no tendrá valor. Pero Otro está dando testimonio de mí, y yo sé que es verdadero cuando da testimonio de mí.

Ustedes mandaron interrogar a Juan, y él dio testimonio de la verdad. Yo les recuerdo esto para bien de ustedes, para que se salven, porque personalmente yo no me hago recomendar por hombres. Juan era una antorcha que ardía e iluminaba, y ustedes por un tiempo se sintieron a gusto con su luz. Pero yo tengo un testimonio que vale más que el de Juan: son las obras que el Padre me encomendó realizar.

Estas obras que yo hago hablan por mí y muestran que el Padre me ha enviado. Y el Padre que me ha enviado también da testimonio de mí. Ustedes nunca han oído su voz ni visto su rostro;  y tampoco tienen su palabra, pues no creen al que él ha enviado.

Ustedes escudriñan las Escrituras pensando que encontrarán en ellas la vida eterna, y justamente ellas dan testimonio de mí. Sin embargo ustedes no quieren venir a mí para tener vida. Yo no busco la alabanza de los hombres. Sé sin embargo que el amor de Dios no está en ustedes, porque he ve nido en nombre de mi Padre, y ustedes no me reciben. Si algún otro viene en su propio nombre, a ése sí lo acogerán. Mientras hacen caso de las alabanzas que se dan unos a otros y no buscan la gloria que viene del Único Dios, ¿cómo podrán creer?

No piensen que seré yo quien los acuse ante el Padre. Es Moisés quien los acusa, aquel mismo en quien ustedes confían. Si creyeran a Moisés, me creerían también a mí, porque él escribió de mí. Pero si ustedes no creen lo que escribió Moisés, ¿cómo van a creer lo que les digo yo?»

 

 

Viernes 5 de Abril de 2019

Evangelio según Juan 7,1-30

 

La cosecha de las uvas es una de las faenas agrícolas más importantes: tenía lugar hacia septiembre-octubre con la vendimia. Se concluya con la fiesta de las cosechas que señalaba el comienzo del nuevo año, con una gran peregrinación a Jerusalén.

Esta peregrinación se hacía por la Fiesta de las Tiendas o de los Tabernáculos, porque se vivía en cabañas, como memoria de los 40 años que los israelitas moraron en el desierto.

Durante esta fiesta se ofrecían las primicias de todos los frutos de la tierra y de la cosecha como diezmo para el templo de Jerusalén, el extranjero, la viuda y los huérfanos.

 

Después de esto, Jesús iba de un lugar a otro por Galilea; no quería estar en Judea porque los judíos deseaban matarle.

Se acercaba la fiesta de los ju díos llamada de las Tiendas. Sus hermanos le dijeron: «No te quedes aquí, vete a Judea para que tus discípulos de allí vean las obras que realizas. Si uno quiere sobresalir, no actúa a escondidas. Tú, que haces maravillas, date a conocer al mundo.» Sus hermanos hablaban así porque no creían en él.

Jesús les contestó: «Todavía no ha llegado mi tiempo, mientras que para ustedes todo tiempo es bueno. El mundo no puede odiarlos a ustedes, pero a mí sí que me odia, porque yo muestro que sus obras son malas. Suban ustedes a la fiesta; yo no voy a esta fiesta, porque mi tiempo aún no ha llegado.»

Así habló Jesús y se quedó en Galilea. Solamente después que sus hermanos fueron a la fiesta subió él también, pero sin decirlo y como en secreto. Los judíos lo estaban buscando durante la fiesta y preguntaban: «¿Dónde está ése?» Corrían muchos comentarios sobre él entre la gente. Unos decían: «Es muy buena persona.» Otros replicaban: «En absoluto, ése está engañando al pueblo.» Pero nadie hablaba abiertamente de él por miedo a los judíos.

Hacia la mitad de la semana de la fiesta, Jesús subió al Templo y se puso a enseñar. Los judíos, admirados, decían: «¿Cómo puede conocer las Escrituras sin haber tenido maestro?»

Jesús les contestó: «Mi doctrina no viene de mí, sino del que me ha enviado.  El que haga la voluntad de Dios conocerá si mi doctrina viene de Él o si hablo por mi propia cuenta. El que habla en nombre propio busca su propia gloria. Pero el que busca la gloria del que lo ha enviado, ése es un hombre sin maldad y que dice la verdad.»

«Moisés les dio la Ley, ¿no es cierto? Pero si ninguno de ustedes cumple la Ley, ¿por qué quieren matarme?»

Le gritaron: «Eres víctima de un mal espíritu. ¿Quién quiere matarte?» Jesús les respondió: «Esta no es más que mi primera obra, y todos ustedes están desconcertados. Pero miren: Moisés les ha dado la circuncisión (aunque en realidad no viene de Moisés sino de los patriarcas) y ustedes hacen la circuncisión incluso en día sábado. Un hombre debe recibir la circuncisión, aunque sea sábado, para no quebrantar la ley de Moisés; entonces, ¿por qué se enojan conmigo porque he salvado al hombre entero en día sábado? No juzguen por las apariencias, sino juzguen lo que es justo.»

Algunos habitantes de Jerusalén decían: «Pero, ¿no es éste al que quieren matar? Pues ahí lo tienen hablando con toda libertad y no le dicen nada. ¿Será tal vez que nuestros dirigentes han reconocido que él es el Mesías? Pero éste sabemos de dónde viene, mientras que cuando venga el Mesías, nadie sabrá de dónde viene.»

Entonces Jesús dijo en voz muy alta mientras enseñaba en el Templo: «Ustedes dicen que me conocen. Ustedes saben de dónde vengo. Sepan que yo no he venido por mi propia cuenta: quien me envía es el Verdadero, y ustedes no lo conocen. El es el que me ha enviado, y yo lo conozco porque vengo de él.»

Los judíos hubieran querido llevarlo preso, pero nadie le puso las manos encima porque todavía no había llegado su hora.

Pasos paralelos en los Evangelios según: Mt 12,1-5; 11.10.  Lc 13,15s.

 

Sábado 6 de Abril de 2019

Evangelio según Juan 7,40-53

 

Existían en el Israel, en el tiempo de Jesús, dos creencias: la primera que el Mesías que vendría sería un profeta y escriba, la segunda que sería de la casa de David, o sea, de Belén.

En contraste con los fariseos, Jesús daba poca importancia a las letras de la ley, aunque la conociera en profundidad. El pueblo en general y los galileos en particular, eran considerados judíos de segunda clase por su ignorancia de las leyes. En una oportunidad se les llamó “malditos”, no conocedores de la Ley, por los escribas de Jerusalén (ver Jn 7,49).

 

Muchos de los que escucharon esto decían: «Realmente este hombre es el Profeta.» Unos afirmaban: «Este es el Mesías.» Pero otros decían: «¿Cómo va a venir el Mesías de Galilea?¿No dice la Escritura que el Mesías es un descendiente de David y que saldrá de Belén, la ciudad de David?» La gente, pues, estaba dividida a causa de Jesús. Algunos querían llevarlo preso, pero nadie le puso las manos encima.

Cuando los guardias del Templo volvieron a donde los sacerdotes y los fariseos, les preguntaron: «¿Por qué no lo han traído?» Los guardias contestaron: «Nunca hombre alguno ha hablado como éste.» Los fariseos les dijeron: «¿También ustedes se han dejado engañar? ¿Hay algún jefe o algún fariseo que haya creído en él? Pero esa gente que no conoce la Ley, ¡son unos malditos!»

Les respondió Nicodemo, el que había ido antes a ver a Jesús y que era uno de ellos. Dijo: «¿Acaso nuestra ley permite condenar a un hombre sin escucharle antes y sin averiguar lo que ha hecho?» Le contestaron: « ¿También tú eres de Galilea? Estudia las Escrituras y verás que de Galilea no salen profetas.» Y se fue cada uno a su casa.

Paso paralelo en el Evangelio según: Mt 13,54-56.

7 al 13 de Abril 2019

7 al 13 de Abril 2019

Quinta semana de Cuaresma

 

Esta última semana de cuaresma es una preparación cercana a los acontecimientos de la pasión, muerte y resurrección de Jesús.

 

Las lecturas de las perícopas evangélicas, de estos días, están tomadas del Evangelio según Juan. El día domingo propone justicia y perdón para la mujer adúltera.

Los días siguientes presentan el horizonte último de Jesús, su muerte en la cruz y su resurrección. Caminaremos hacia los últimos acontecimientos dejándonos acompañar por las lecturas de los evangelios de la semana.

Los temas de lunes a sábado son:

  1. Ha llegado la hora de Jesús.
  2. Todo esto sucederá para que sea glorificado el hijo del hombre (el hombre por excelencia que es Jesús),
  3. La verdad será camino de liberación,
  4. El camino de liberación se hace palabra en Jesús que no permitirá la muerte definitiva.
  5. Su muerte no será definitiva.
  6. El Evangelio del sábado indica el final humano de la vida de Jesús dictada por los sacerdotes: “un solo hombre morirá para todo el pueblo”.

 

Domingo 7 de Abril de 2019

Evangelio según Juan 8,1-11

 

El Monte de los Olivos, es un monte situado al este de Jerusalén, al otro lado del Valle del Cedrón, entre el monte Escopo al norte y el monte del Escándalo al sur.

El adulterio designaba la mala conducta de la mujer casada, no importaba que el matrimonio hubiese sido consumado o no y las relaciones extra conyugales de un hombre con una mujer casada, pero no con una no casada, viuda o divorciada, ni con una concubina o esclava.

 

Jesús, por su parte, se fue al monte de los Olivos. Al amanecer estaba ya nuevamente en el Templo; toda la gente acudía a él, y él se sentaba para enseñarles.

Los maestros de la Ley y los fariseos le trajeron una mujer que había sido sorprendida en adulterio. La colocaron en medio y le dijeron: «Maestro, esta mujer es una adúltera y ha sido sorprendida en el acto. En un caso como éste la Ley de Moisés ordena matar a pedradas a la mujer. Tú, ¿qué dices?» Le hacían esta pregunta para ponerlo en dificultades y tener algo de qué acusarlo.

Pero Jesús se inclinó y se puso a escribir en el suelo con el dedo. Como ellos insistían en preguntarle, se enderezó y les dijo: «Aquel de ustedes que no tenga pecado, que le arroje la primera piedra.» Se inclinó de nuevo y siguió escribiendo en el suelo.

Al oír estas palabras, se fueron retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos, hasta que se quedó Jesús solo con la mujer, que seguía de pie ante él. Entonces se enderezó y le dijo: «Mujer, ¿dónde están? ¿Ninguno te ha condenado?» Ella contestó: «Ninguno, señor.» Y Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno. Vete y en adelante no vuelvas a pecar.»

 

Lunes 8 de Abril de 2019

Evangelio según Juan 8,12-20

 

La comunidad joánica, desde donde ha nacido el cuarto evangelio, ha reflexionado y experimentado la presencia de Jesús en su propia confrontación con los fariseos y, la refleja en la historia del Jesús real, que pagó con su vida la osadía de querer ser testimonio de la verdad.

 

Jesús les habló de nuevo diciendo: «Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no caminará en tinieblas, sino que tendrá luz y vida.» Los fariseos replicaron: «Estás hablando en tu propio favor; tu testimonio no vale nada.»

Jesús les contestó: «Aunque yo hable en mi favor, mi declaración vale, porque yo sé de dónde he venido y adónde voy. Ustedes son los que no saben de dónde he venido ni adónde voy.

Ustedes juzgan con criterios humanos; yo no juzgo a nadie. Y si yo tuviera que juzgar, mi juicio sería válido, porque yo no estoy solo; el Padre que me envió está conmigo. En la Ley de ustedes está escrito que con dos personas el testimonio es válido. Yo doy testimonio de mí mismo, y también el Padre que me ha enviado da testimonio de mí.»

Le preguntaron: «¿Dónde está tu Padre?» Jesús les contestó: «Ustedes no me conocen a mí ni a mi Padre; si me conocieran a mí, conocerían también a mi Padre.»

Jesús dijo estas cosas en el lugar donde se reciben las ofrendas, cuando estaba enseñando en el Templo, pero nadie lo detuvo, porque aún no había llegado su hora.

 

Martes 9 de Abril de 2019

Evangelio según Juan 8,21-30

 

En el mundo hebreo la morada de Dios era el cielo. El salmo 73,25 dice: “¿A quién tengo yo en los cielos, sino a ti? Y fuera de ti, nada deseo en la tierra”. Y así lo dice el apóstol Pablo en la segunda carta a los Corintios: 12:2 “Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (no sé si en el cuerpo, no sé si fuera del cuerpo, Dios lo sabe) el tal fue arrebatado hasta el tercer cielo”.

 

De nuevo Jesús les dijo: «Yo me voy y ustedes me buscarán. Pero ustedes no pueden ir a donde yo voy y morirán en su pecado.» Los judíos se preguntaban: «¿Por qué dice que a donde él va nosotros no podemos ir? ¿Pensará tal vez en suicidarse?»

Pero Jesús les dijo: «Ustedes son de abajo, yo soy de arriba. Ustedes son de este mundo, yo no soy de este mundo. Por eso les he dicho que morirán en sus pecados. Yo les digo que si ustedes no creen que Yo soy, morirán en sus pecados.» Le preguntaron: «Pero ¿quién eres tú?» Jesús les contestó: «Exactamente lo que acabo de decirles. Tengo mucho que decir sobre ustedes y mucho que condenar, pero lo que digo al mundo lo aprendí del que me ha enviado: él es veraz.»

Ellos no comprendieron que Jesús les hablaba del Padre. Y añadió: «Cuando levanten en alto al Hijo del hombre, entonces conocerán que Yo soy y que no hago nada por mi cuenta, sino que sólo digo lo que el Padre me ha enseñado.

El que me ha enviado está conmigo y no me deja nunca solo, porque yo hago siempre lo que le agrada a él.»

Esto es lo que decía Jesús, y muchos creyeron en él.

 

Miércoles 10 de Abril de 2019

Evangelios Juan 8,31-42

 

El término discípulo designa a aquel que recibe la enseñanza de un rabí, se aplica a aquellos que siguen a un maestro, o bien, a una doctrina.

Abraham fue el primero de los patriarcas, se le llamaba Abram (que significa: El padre es excelso) hasta que Dios le impuso el nombre de Abraham (cuyo significado es: El padre de multitudes).

 

Jesús decía a los judíos que habían creído en él: «Ustedes serán verdaderos discípulos míos si perseveran en mi palabra; entonces conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.» Le respondieron: «Somos descendientes de Abraham y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Por qué dices: “Ustedes serán libres”?»

Jesús les contestó: «En verdad, en verdad les digo: el que vive en el pecado es esclavo del pecado. Pero el esclavo no se quedará en la casa para siempre; el hijo, en cambio, permanece para siempre. Por tanto, si el Hijo los hace libres, ustedes serán realmente libres. Yo sé que ustedes son descendientes de Abraham, pero mi palabra no tiene acogida en ustedes, y por eso tratan de matarme. 

Yo hablo de lo que he visto junto a mi Padre, y ustedes hacen lo que han aprendido de su padre.» Ellos le cortaron la palabra: «Nuestro padre es Abraham.» Entonces Jesús les dijo: «Si ustedes fueran hijos de Abraham, actuarían como Abraham. Pero viene alguien que les dice la verdad, la verdad que he aprendido de Dios, y ustedes quieren matarme. Esta no es la manera de actuar de Abraham. Ustedes actúan como hizo su padre.»

Los judíos le dijeron: «Nosotros no somos hijos de la prostitución, no tenemos más que un solo padre: Dios.» Jesús les replicó: «Si Dios fuera su Padre, ustedes me amarían a mí, porque yo he salido de Dios para venir aquí. No he venido por iniciativa propia, sino que él mismo me ha enviado.

Paso paralelo en el Evangelio según: Mt 21,23-46.

 

Jueves 11 de Abril de 2019

Evangelio según Juan 8,51-59

 

Abba es la forma de plegaria con la que Jesús y los primeros cristianos se dirigen a Dios. Proviene del lenguaje de los niños, equivalente a “papaito”, y expresa una relación íntima y única entre Dios y su hijo Jesús.

 

En verdad les digo: el que guarda mi palabra no probará la muerte jamás.» Los judíos replicaron: «Ahora sabemos que eres víctima de un mal espíritu. Abraham murió y también los profetas, ¿y tú dices: “Quien guarda mi palabra jamás probará la muerte”? ¿Eres tú más grande que nuestro padre Abraham, que murió, lo mismo que murieron los Profetas? ¿Quién te crees que eres?»

Jesús les contestó: «Si yo me doy gloria a mí mismo, mi gloria no vale nada; es el Padre quien me da gloria, el mismo que ustedes llaman «nuestro Dios». Ustedes no lo conocen, yo sí lo conozco, y si dijera que no lo conozco, sería un mentiroso como ustedes. Pero yo lo conozco y guardo su palabra. En cuanto a Abraham, padre de ustedes, se alegró pensando ver mi día. Lo vio y se regocijó.».

Entonces los judíos le dijeron: «¿Aún no tienes cincuenta años y has visto a Abraham?» Contestó Jesús: «En verdad les digo que antes que Abraham existiera, Yo Soy.» Entonces tomaron piedras para lanzárselas, pero Jesús se ocultó y salió del Templo.

 

Viernes 12 de Abril de 2019

Evangelio según Juan 10,31-42

 

Blasfemia significa palabra que hiere. Se emplea como término de mal augurio, ultrajes contra particulares o contra los dioses. Todo humano es hijo de Dios por ser creado por Él, Padre creador, en una acción conjunto de Dios uno y múltiple.

 

Entonces los judíos tomaron de nuevo piedras para tirárselas. Jesús les dijo: «He hecho delante de ustedes muchas obras hermosas que procedían del Padre; ¿por cuál de ellas me quieren apedrear?»

Los judíos respondieron: «No te apedreamos por algo hermoso que hayas hecho, sino por insultar a Dios; porque tú, siendo hombre, te haces Dios.»

Jesús les contestó: «¿No está escrito en su Ley: Yo he dicho que son dioses? No se puede cambiar la Escritura, y en ese lugar llama dioses a los que recibieron esta palabra de Dios. Y yo, que fui consagrado y enviado al mundo por el Padre, ¿estaría insultando a Dios al decir que soy el Hijo de Dios?  Si yo no hago las obras del Padre, no me crean. Pero si las hago, si no me creen a mí, crean a esas obras, para que sepan y reconozcan que el Padre está en mí y yo en el Padre.»

Otra vez quisieron llevarlo preso, pero Jesús se les escapó de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, donde Juan bautizaba al principio, y se quedó allí.  Mucha gente acudió a él, y decían: «Juan no hizo ninguna señal milagrosa, pero todo lo que dijo de éste era verdad.» Y muchos creyeron en él en aquel lugar.

Pasos paralelos en los Evangelios según: Lc 22,70-71. Mt 19,1. Mc 10,1.

Sábado 13 de Abril de 2019

Evangelio según Juan 11,45-57

 

Jesús anuncia la proximidad del Reino de Dios, pero dándole una nueva coloración, como una extraordinaria oferta de salvación. Al mismo tiempo que es considerado profeta, es tenido como rabí, maestro, aquel que conoce las escrituras y argumenta a partir de ellas.

Caifás cuyo verdadero nombre era José, fue sumo sacerdote a partir de la procuraduría de Valerio Grato, el año 26 d.C, probablemente después de la destitución de Poncio Pilatos, al comienzo del año 37.

 

Muchos judíos que habían ido a casa de María creyeron en Jesús al ver lo que había hecho. Pero otros fueron donde los fariseos y les contaron lo que Jesús había hecho.

Entonces los jefes de los sacerdotes y los fariseos convocaron el Consejo y preguntaban: «¿Qué hacemos? Este hombre hace muchos milagros. Si lo dejamos que siga así, todos van a creer en él, y luego intervendrán los romanos y destruirán nuestro Lugar Santo y nuestra nación.»

Entonces habló uno de ellos, Caifás, que era el sumo sacerdote aquel año, y dijo: «Ustedes no entienden nada. No se dan cuenta de que es mejor que muera un solo hombre por el pueblo y no que perezca toda la nación.»

Estas palabras de Caifás no venían de sí mismo, sino que, como era sumo sacerdote aquel año, profetizó en aquel momento; Jesús iba a morir por la nación; y no sólo por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios que estaban dispersos.

Y desde ese día estuvieron decididos a matarlo. Jesús ya no podía moverse libremente como quería entre los judíos. Se retiró, pues, a la región cercana al desierto y se quedó con sus discípulos en una ciudad llamada Efraím.

Se acercaba la Pascua de los judíos, y de todo el país subían a Jerusalén para purificarse antes de la Pascua. Buscaban a Jesús y se decían unos a otros en el Templo: «¿Qué les parece? ¿Vendrá a la fiesta?» Pues los jefes de los sacerdotes y los fariseos habían dado órdenes, y si alguien sabía dónde se encontraba Jesús, debía notificarlo para que fuera arrestado.

13 al 20 de Abril 2019

13 al 20 de Abril 2019

Semana Santa

Desde Domingo de Ramos al Sábado Santo

 

 

En estos días celebramos la Semana Mayor o Semana Santa, reviviendo los acontecimientos centrales de la vida de todo cristiano: la pasión, muerte y resurrección de Jesús.

El Domingo de Ramos se inicia con una acción litúrgica donde se proclama el Evangelio de la entrada de Jesús en Jerusalén, hosannado por el pueblo. Se continúa con la representación de la Pasión según Marcos como síntesis de todos los acontecimientos de la semana.

 

Las perícopas evangélicas de los otros seis días presentan a:

  1. Jesús se encuentra con sus amigos de Betania.
  2. La traición, y la afirmación de Jesús de que solamente el amor es el signo del ser cristiano.
  3. Jesús es vendido al precio de un esclavo.
  4. En el Jueves Santo se nos presenta la clave de la salvación en las palabras del Evangelio según Juan, con la narración del acción de Jesús lavando los pies a sus discípulos.
  5. El Viernes Santo, con la lectura de la Pasión según Lucas, se conmemora el signo supremo del amor de Jesús: su muerte.
  6. El Sábado Santo es la vigilia del misterio de la Resurrección de Jesús.

 

Domingo 14 de Abril de 2019

Domingo de Ramos

Evangelio según Lucas 22,14-23,56

 

El anuncio de la pasión muerte y resurrección de Jesús representó la predicación carismática de los discípulos de Jesús, que ha llegado hasta nosotros en las cuatro tradiciones de los evangelios. La primera en el tiempo y la más breve es la del evangelista Marcos.

Gólgota, significa “lugar del cráneo”. Su nombre posiblemente proviene de su forma, que recuerda vagamente un cráneo. Situado fuera de la ciudad de Jerusalén desde la época de Constantino, se localiza en el sitio en el que se levanta actualmente la Iglesia del Santo Sepulcro. El gólgota y sus alrededores servían de cementerio.

 

Llegada la hora, Jesús se puso a la mesa con los apóstoles  y les dijo: «Yo tenía gran deseo de comer esta Pascua con ustedes antes de padecer. Porque les digo que ya no la volveré a comer hasta que sea la nueva y perfecta Pascua en el Reino de Dios.»

Jesús, aceptando una copa, dio gracias y les dijo: «Tomen esto y repártanlo entre ustedes, porque les aseguro que ya no volveré a beber del fruto de la vid hasta que llegue el Reino de Dios.» Después tomó pan y, dando gracias, lo partió y se lo dio diciendo: «Esto es mi cuerpo, que es entregado por ustedes. (Hagan esto en memoria mía.» Hizo lo mismo con la copa después de cenar, diciendo: «Esta copa es la alianza nueva sellada con mi sangre, que es derramada por ustedes»).

Sepan que la mano del que me traiciona está aquí conmigo sobre la mesa. El Hijo del Hombre se va por el camino trazado desde antes, pero ¡pobre del hombre que lo entrega!» Entonces empezaron a preguntarse unos a otros quién de ellos iba a hacer tal cosa.

Luego comenzaron a discutir sobre quién de ellos era el más importante. Jesús les dijo: «Los reyes de las naciones las gobiernan como dueños, y los mismos que las oprimen se hacen llamar bienhechores. Pero no será así entre ustedes. Al contrario, el más importante entre ustedes debe portarse como si fuera el último, y el que manda, como si fuera el que sirve. Porque ¿quién es más importante: el que está a la mesa o el que está sirviendo? El que está sentado, por supuesto. Y sin embargo yo estoy entre ustedes como el que sirve.

Ustedes son los que han permanecido conmigo compartiendo mis pruebas. Por eso les doy el reino como mi Padre me lo dio a mí haciéndome rey. Ustedes comerán y beberán a mi mesa en mi Reino, y se sentarán en tronos para gobernar a las doce tribus de Israel.

¡Simón, Simón! Mira que Satanás ha pedido permiso para sacudirlos a ustedes como trigo que se limpia; pero yo he rogado por ti para que tu fe no se venga abajo. Y tú, cuando hayas vuelto, tendrás que fortalecer a tus hermanos.» Pedro dijo: «Señor, estoy dispuesto a ir contigo a la prisión y a la muerte.» Pero Jesús le respondió: «Yo te digo, Pedro, que antes de que cante hoy el gallo, habrás negado tres veces que me conoces.»

Jesús también les dijo: «Cuando les envié sin cartera ni equipaje ni calzado, ¿les faltó algo?» Ellos contestaron: «Nada.» Y Jesús agregó: «Pues ahora, el que tenga cartera, que la tome, y lo mismo el equipaje. Y el que no tenga espada, que venda el manto para comprarse una. Pues les aseguro que tiene que cumplirse en mi persona lo que dice la Escritura: Ha sido contado entre los delincuentes. Ahora bien, todo lo que se refiere a mí está llegando a su fin.»

Ellos le dijeron: «Mira, Señor, aquí hay dos espadas.» El les respondió: « ¡Basta ya!»

Después Jesús salió y se fue, como era su costumbre, al monte de los Olivos, y lo siguieron también sus discípulos. Llegados al lugar, les dijo: «Oren para que no caigan en tentación.»

Después se alejó de ellos como a la distancia de un tiro de piedra, y doblando las rodillas oraba  con estas palabras: «Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.» (Entonces se le apareció un ángel del cielo para animarlo. Entró en agonía y oraba con mayor insistencia. Su sudor se convirtió en gotas de sangre que caían hasta el suelo.)

Después de orar, se levantó y fue hacia donde estaban los discípulos. Pero los halló dormidos, abatidos por la tristeza. Les dijo: « ¿Ustedes duermen? Levántense y oren para que no caigan en tentación.»

Todavía estaba hablando cuando llegó un grupo encabezado por Judas, uno de los Doce. Como se acercara a Jesús para darle un beso, Jesús le dijo: «Judas, ¿con un beso traicionas al Hijo del Hombre?»

Los que estaban con Jesús vieron lo que iba a pasar y le preguntaron: «Maestro, ¿sacamos la espada?» Y uno de ellos hirió al servidor del sumo sacerdote cortándole la oreja derecha. Pero Jesús le dijo: « ¡Basta ya!» Y tocando la oreja del hombre, lo sanó.

Jesús se dirigió después a los que habían venido a prenderlo, a los jefes de los sacerdotes y de la policía del Templo y los ancianos de los judíos y les dijo: «Tal vez buscan a un ladrón, y por eso han venido a detenerme con espadas y palos. ¿Por qué no me detuvieron cuando día tras día estaba entre ustedes en el Templo? Pero ahora reinan las tinieblas, y es la hora de ustedes.»

Entonces lo apresaron y lo llevaron a la casa del sumo sacerdote, donde entraron. Pedro los seguía a distancia. Prendieron un fuego en medio del patio y luego se sentaron alrededor; Pedro también se acercó y se sentó entre ellos. Al verlo sentado a la lumbre, una muchachita de la casa, después de mirarlo, dijo: «Este también estaba con él» Pero él lo negó diciendo: «Mujer, yo no lo conozco.»

Momentos después otro exclamó al verlo: «Tú también eres uno de ellos.» Pero Pedro respondió: «No, hombre, no lo soy.» Como una hora más tarde, otro afirmaba: Seguramente éste estaba con él, pues además es galileo.» De nuevo Pedro lo negó diciendo: «Amigo, no sé de qué hablas.»

Todavía estaba hablando cuando un gallo cantó. El Señor se volvió y fijó la mirada en Pedro. Y Pedro se acordó de la palabra del Señor, que le había dicho: «Antes de que cante hoy el gallo, me habrás negado tres veces.» Y, saliendo afuera, lloró amargamente.

Los hombres que custodiaban a Jesús empezaron a burlarse de él y a darle golpes. 64 Le cubrieron la cara, y después le preguntaban: «Adivina quién te pegó.» Y proferían toda clase de insultos contra él.

Cuando amaneció, se reunieron los jefes de los judíos, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley, y mandaron traer a Jesús ante su Consejo. Le interrogaron: « ¿Eres tú el Cristo? Respóndenos».

Jesús respondió: «Si se lo digo, ustedes no me creerán, y si les hago alguna pregunta, ustedes no me contestarán.

Desde ahora, sin embargo, el Hijo del Hombre estará sentado a la derecha del Dios Poderoso.»  Todos dijeron: «Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?» Jesús contestó: «Dicen bien, yo lo soy.»

Ellos dijeron: « ¿Para qué buscar otro testimonio? Nosotros mismos lo hemos oído de su boca.»

El Consejo en pleno se levantó y llevaron a Jesús ante Pilato. Allí empezaron con sus acusaciones: «Hemos comprobado que este hombre es un agitador. Se opone a que se paguen los impuestos al César y pretende ser el rey enviado por Dios.» Entonces Pilato lo interrogó en estos términos: « ¿Eres tú el rey de los judíos?» Jesús le contestó: «Tú eres el que lo dice.»

Pilato se dirigió a los jefes de los sacerdotes y a la multitud. Les dijo: «Yo no encuentro delito alguno en este hombre.»

Pero ellos insistieron: «Está enseñando por todo el país de los judíos y sublevando al pueblo. Comenzó en Galilea y ha llegado hasta aquí.»

Al oír esto, Pilato preguntó si aquel hombre era galileo. Cuando supo que Jesús pertenecía a la jurisdicción de Herodes, se lo envió, pues Herodes se hallaba también en Jerusalén por aquellos días.

Al ver a Jesús, Herodes se alegró mucho. Hacía tiempo que deseaba verlo por las cosas que oía de él, y esperaba que Jesús hiciera algún milagro en su presencia. Le hizo, pues, un montón de preguntas. Pero Jesús no contestó nada, mientras los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley permanecían frente a él y reiteraban sus acusaciones.

Herodes con su guardia lo trató con desprecio; para burlarse de él lo cubrió con un manto espléndido y lo devolvió a Pilato. Y ese mismo día Herodes y Pilato, que eran enemigos, se hicieron amigos.

Pilato convocó a los jefes de los sacerdotes, a los jefes de los judíos y al pueblo  y les dijo: «Ustedes han traído ante mí a este hombre acusándolo de sublevar al pueblo. Pero después de interrogarlo en presencia de ustedes no he podido comprobar ninguno de los cargos que le hacen. Y tampoco Herodes, pues me lo devolvió. Es evidente que este hombre no ha hecho nada que merezca la muerte. Así que después de castigarlo lo dejaré en libertad.» Pero todos ellos se pusieron a gritar: « ¡Elimina a éste y devuélvenos a Barrabás! Este Barrabás había sido encarcelado por algunos disturbios y un asesinato en la ciudad.

Pilato, que quería librar a Jesús, les dirigió de nuevo la palabra, pero seguían gritando: « ¡Crucifícalo, crucifícalo!» Por tercera vez les dijo: «Pero ¿qué mal ha hecho este hombre? Yo no he encontrado nada que merezca la muerte; por eso, después de azotarlo, lo dejaré en libertad.» Pero ellos insistían a grandes voces pidiendo que fuera crucificado, y el griterío iba en aumento.

Entonces Pilato pronunció la sentencia que ellos reclamaban. Soltó al que estaba preso por agitador y asesino, pues a éste lo querían, y entregó a Jesús como ellos pedían.

Cuando lo llevaban, encontraron a un tal Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron con la cruz para que la llevara detrás de Jesús.

Lo seguía muchísima gente, especialmente mujeres que se golpeaban el pecho y se lamentaban por él. Jesús, volviéndose hacia ellas, les dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloren por mí. Lloren más bien por ustedes mismas y por sus hijos. Porque llegarán días en que se dirá: «Felices las mujeres que no tienen hijos. Felices las que no dieron a luz ni amamantaron.» Entonces dirán: « ¡Que caigan sobre nosotros los montes, y nos sepulten los cerros!» Porque si así tratan al árbol verde, ¿qué harán con el seco?»

Junto con Jesús llevaban también a dos malhechores para ejecutarlos. Al llegar al lugar llamado de la Calavera, lo crucificaron allí, y con él a los malhechores, uno a su derecha y el otro a su izquierda. (Mientras tanto Jesús decía: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.») Después los soldados se repartieron sus ropas echándolas a suerte.

La gente estaba allí mirando; los jefes, por su parte, se burlaban diciendo: «Si salvó a otros, que se salve a sí mismo, ya que es el Mesías de Dios, el Elegido.» También los soldados se burlaban de él. Le ofrecieron vino agridulce diciendo: «Si tú eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.» Porque había sobre la cruz un letrero que decía: «Este es el rey de los judíos.»

Uno de los malhechores que estaban crucificados con Jesús lo insultaba: « ¿No eres tú el Mesías? ¡Sálvate a ti mismo y también a nosotros!» Pero el otro lo reprendió diciendo: « ¿No temes a Dios tú, que estás en el mismo suplicio? Nosotros lo hemos merecido y pagamos por lo que hemos hecho, pero éste no ha hecho nada malo.» Y añadió: «Jesús, acuérdate de mí cuando entres en tu Reino.» Jesús le respondió: «En verdad te digo que hoy mismo estarás conmigo en el paraíso.»

Hacia el mediodía se ocultó el sol y todo el país quedó en tinieblas hasta las tres de la tarde. En ese momento la cortina del Templo se rasgó por la mitad, y Jesús gritó muy fuerte: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu». Y dichas estas palabras, expiró.

El capitán, al ver lo que había sucedido, reconoció la mano de Dios y dijo: «Realmente este hombre era un justo.» Y toda la gente que se había reunido para ver este espectáculo, al ver lo ocurrido, comenzó a irse golpeándose el pecho. Estaban a distancia los conocidos de Jesús, especialmente las mujeres que lo habían acompañado desde Galilea, y todo esto lo presenciaron ellas.

Intervino entonces un hombre bueno y justo llamado José, que era miembro del Consejo Supremo, pero que no había estado de acuerdo con los planes ni actos de los otros. Era de Arimatea, una ciudad de Judea, y esperaba el Reino de Dios. Se presentó, pues, ante Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Después de bajarlo de la cruz, lo envolvió en una sábana y lo depositó en un sepulcro nuevo cavado en la roca, donde nadie había sido enterrado aún.

Era el día de la Preparación de la Pascua y ya estaba para comenzar el día sábado. Las mujeres que habían venido desde Galilea con Jesús no se habían alejado; vieron de cerca el sepulcro y cómo colocaban su cuerpo. Después que volvieron a sus casas, prepararon perfumes y mirra, y el sábado descansaron, según manda la Ley.

 

Pasos paralelos de la Pasión del Señor en los Evangelios según: Mt 26,2-27,66. Mc 14,12-15,47. Jn 18,1-19,42.

 

Lunes 15 de Abril de 2019

Lunes Santo

Evangelio según Juan 12, 1-11

 

El perfume en tiempos de Jesús se usaba en numerosas circunstancias, casi las mismas que en la actualidad: Comidas, placeres de la vida, cuidado corporal de las mujeres, bodas, ritos funerarios, vida cultual.

El perfume se utilizaba también en el ritual de las expiaciones. En el caso de luto, no se utilizaba perfume, aunque sí aromas para embalsamar o ungir al cadáver.

 

Seis días antes de la Pascua fue Jesús a Betania, donde estaba Lázaro, a quien Jesús había resucitado de entre los muertos. Allí lo invitaron a una cena. Marta servía y Lázaro estaba entre los invitados. María, pues, tomó una libra de un perfume muy caro, hecho de nardo puro, le ungió los pies a Jesús y luego se los secó con sus cabellos, mientras la casa se llenaba del olor del perfume.

Judas Iscariote, el discípulo que iba a entregar a Jesús, dijo: «Ese perfume se podría haber vendido en trescientos denarios para ayudar a los pobres.»

En realidad no le importaban los pobres, sino que era un ladrón y, como estaba encargado de la bolsa común, se llevaba lo que echaban en ella.

Pero Jesús dijo: «Déjala, pues lo tenía reservado para el día de mi entierro. A los pobres los tienen siempre con ustedes, pero a mí no me tendrán siempre.»

Muchos judíos supieron que Jesús estaba allí y fueron, no sólo por ver a Jesús, sino también por ver a Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Entonces los jefes de los sacerdotes pensaron en dar muerte también a Lázaro, pues por su causa muchos judíos se alejaban de ellos y creían en Jesús.

Pasos paralelos en los Evangelios según: Mt 26,6-13. Mc 14,3-9.

 

Martes 16 de Abril de 2019

Martes Santo

Evangelio según Juan 13, 21-38

 

Judas Iscariote, él que entregó Jesús al Sanedrín. Era uno de los doce seguidores más cercanos a Jesús, posiblemente hombre de Kariot (Iscariote), una ciudad de Judá.

 

Tras decir estas cosas, Jesús se conmovió en su espíritu y dijo con toda claridad: «En verdad les digo: uno de ustedes me va a entregar.» Los discípulos se miraron unos a otros, pues no sabían a quién se refería. Uno de sus discípulos, el que Jesús amaba, estaba recostado a su lado en la mesa, y Simón Pedro le hizo señas para que le preguntara de quién hablaba.

Se volvió hacia Jesús y le preguntó: «Señor, ¿quién es?» Jesús le contestó: «Voy a mojar un pedazo de pan en el plato. Aquél al cual se lo dé, ése es.» Jesús mojó un pedazo de pan y se lo dio a Judas Iscariote, hijo de Simón. Apenas Judas tomó el pedazo de pan, Satanás entró en él. Entonces Jesús le dijo: «Lo que vas a hacer, hazlo pronto.»

Ninguno de los que estaban a la mesa comprendió por qué Jesús se lo decía. Como Judas tenía la bolsa común, algunos creyeron que Jesús quería decirle: «Compra lo que nos hace falta para la fiesta...», o bien: «da algo a los pobres.»

Judas se comió el pedazo de pan y salió inmediatamente. Era de noche.

Cuando Judas salió, Jesús dijo: «Ahora es glorificado el Hijo del Hombre y Dios es glorificado en él. Por lo tanto, Dios lo va a introducir en su propia Gloria, y lo glorificará muy pronto.

Hijos míos, yo estaré con ustedes por muy poco tiempo. Me buscarán, y como ya dije a los judíos, ahora se lo digo a ustedes: donde yo voy, ustedes no pueden venir.

Les doy un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros. Ustedes deben amarse unos a otros como yo los he amado. En esto reconocerán todos que son mis discípulos: en que se aman unos a otros.»

Simón Pedro le preguntó: «Señor, ¿adónde vas?» Jesús le respondió: «Adonde yo voy no puedes seguirme ahora, pero me seguirás más tarde.» Pedro le dijo: «Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Estoy dispuesto a dar mi vida por ti.» Jesús le respondió: « ¿Dar tú la vida por mí? En verdad te digo que antes de que cante el gallo me habrás negado tres veces.»

Pasos paralelos en los Evangelios según: Mt 26,22-25. Mc 14,18-21. Lc 21.22-23.

 

Miércoles 17 de Abril de 2019

Miércoles Santo

Evangelio según Mateo 26,14-25

 

Una moneda de plata, o denario, era el salario de un día y 30  monedas eran el precio de un esclavo. El pan sin levadura era el pan para el viaje porque no se corrompía. Fue el mismo alimento que comieron los israelitas a su salida de la tierra de Egipto. 

Según los sinópticos, el primer día de la pascua era el viernes, y para el evangelio de Juan era el día sábado y por tanto la cena no era considerada cena pascual pero si formaba parte de las fiestas de la pascua.

Se preparaba en la tarde el cordero pascual y la fiesta se efectuaba en la noche. En tal ocasión se mezclaba vino con agua.

 

Entonces uno de los Doce, que se llamaba Judas Iscariote, se presentó a los jefes de los sacerdotes y les dijo: « ¿Cuánto me darán si se lo entrego?» Ellos prometieron darle treinta monedas de plata. Y a partir de ese momento, Judas andaba buscando una oportunidad para entregárselo.

El primer día de la Fiesta en que se comía el pan sin levadura, los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron: « ¿Dónde quieres que preparemos la comida de la Pascua?» Jesús contestó: «Vayan a la ciudad, a casa de tal hombre, y díganle: El Maestro te manda decir: Mi hora se acerca y quiero celebrar la Pascua con mis discípulos en tu casa.»

Los discípulos hicieron tal como Jesús les había ordenado y prepararon la Pascua.

Llegada la tarde, Jesús se puso a la mesa con los Doce. Y mientras comían, les dijo: «En verdad les digo: uno de ustedes me va a traicionar.» Se sintieron profundamente afligidos, y uno a uno comenzaron a preguntarle: « ¿Seré yo, Señor?»

El contestó: «El que me va a entregar es uno de los que mojan su pan conmigo en el plato. El Hijo del Hombre se va, como dicen las Escrituras, pero ¡pobre de aquel que entrega al Hijo del Hombre! ¡Sería mejor para él no haber nacido!» Judas, el que lo iba a entregar, le preguntó también: « ¿Seré yo acaso, Maestro?» Jesús respondió: «Tú lo has dicho.»

Pasos paralelos en los evangelios según: Mc 14,10-16. Lc 22,3-13.

 

Jueves 18 de Abril de 2019

Jueves Santo

Evangelio según Juan 13,1-15

 

Lavar los pies constituía un deber elemental de hospitalidad, en un país donde los viajeros andaban descalzos o calzados con simple sandalias y terminaban cubiertos con polvo.

Los sacerdotes israelitas debían lavarse las manos y los pies antes de ejercer sus funciones. El lavatorio lo hacía un esclavo, las prescripciones rabínicas lo reservaban a esclavos no judíos. Había discípulos que prestaban este servicio a su maestro o rabino en señal de devoción.

 

Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que le había llegado la hora de salir de este mundo para ir al Padre, como había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el extremo.

Estaban comiendo la cena y el diablo ya había depositado en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarle. Jesús, por su parte, sabía que el Padre había puesto todas las cosas en sus manos y que había salido de Dios y que a Dios volvía. Entonces se levantó de la mesa, se quitó el manto y se ató una toalla a la cintura. Echó agua en un recipiente y se puso a lavar los pies de los discípulos, y luego se los secaba con la toalla que se había atado.

Cuando llegó a Simón Pedro, éste le dijo: «¿Tú, Señor, me vas a lavar los pies a mí?» Jesús le contestó: «Tú no puedes comprender ahora lo que estoy haciendo. Lo comprenderás más tarde.» Pedro replicó: «Jamás me lavarás los pies.» Jesús le respondió: «Si no te lavo, no podrás tener parte conmigo.» Entonces Pedro le dijo: «Señor, lávame no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza.»

Jesús le dijo: «El que se ha bañado está completamente limpio y le basta lavarse los pies. Y ustedes están limpios, aunque no todos.» Jesús sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos ustedes están limpios.»

Cuando terminó de lavarles los pies, se puso de nuevo el manto, volvió a la mesa y les dijo: «¿Comprenden lo que he hecho con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo, siendo el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros. Yo les he dado ejemplo, y ustedes deben hacer como he hecho yo.

 

Viernes 19 de Abril de 2019

Viernes Santo

Evangelio según Juan 18,1-19,42

 

La crucifixión es de origen persa, y era un castigo que practicaban los pueblos bárbaros. Los griegos la conocían   y la aplicaban como castigo de crímenes contra el Estado.

Para los romanos era la pena más cruel y vergonzosa, se infligía a los esclavos libres que no eran romanos para castigar el homicidio, el robo, la traición y la rebelión.

La crucifixión iba precedida de la flagelación, del acarreo de la cruz a hombros del condenado y al despojo de las vestiduras.

 

Cuando terminó de hablar, Jesús pasó con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón. Había allí un huerto, y Jesús entró en él con sus discípulos.

Judas, el que lo entregaba, conocía también ese lugar, pues Jesús se había reunido allí muchas veces con sus discípulos. Judas hizo de guía a los soldados romanos y a los guardias enviados por los jefes de los sacerdotes y los fariseos, que llegaron allí con linternas, antorchas y armas.

Jesús, que sabía todo lo que le iba a suceder, se adelantó y les dijo: «¿A quién buscan?» Contestaron: «A Jesús el Nazoreo.» Jesús dijo: «Yo soy.» Y Judas, que lo entregaba, estaba allí con ellos.

Cuando Jesús les dijo: «Yo soy», retrocedieron y cayeron al suelo. Les preguntó de nuevo: «¿A quién buscan?» Dijeron: «A Jesús el Nazoreo.» Jesús les respondió: «Ya les he dicho que soy yo. Si me buscan a mí, dejen que éstos se vayan.» Así se cumplía lo que Jesús había dicho: «No he perdido a ninguno de los que tú me diste.»

Simón Pedro tenía una espada, la sacó e hirió a Malco, siervo del sumo sacerdote, ortándole la oreja derecha.

Jesús dijo a Pedro: «Coloca la espada en su lugar. ¿Acaso no voy a beber la copa que el Padre me ha dado?»

Entonces los soldados, con el comandante y los guardias de los judíos, prendieron a Jesús, lo ataron  y lo llevaron primero a casa de Anás. Este Anás era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año. Caifás era el que había dicho a los judíos: «Es mejor que muera un solo hombre por el pueblo.»

Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Como este otro discípulo era conocido del sumo sacerdote, pudo entrar con Jesús en el patio de la casa del sumo sacerdote, mientras que Pedro se quedó fuera, junto a la puerta. Entonces salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, y habló con la portera, que dejó entrar a Pedro. La muchacha que hacía de portera dijo a Pedro: «¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre.» Pedro le respondió: «No lo soy».

Los sirvientes y los guardias tenían unas brasas encendidas y se calentaban, pues hacía frío. También Pedro estaba con ellos y se calentaba.

El sumo sacerdote interrogó a Jesús sobre sus discípulos y su enseñanza. Jesús le contestó: «Yo he hablado abiertamente al mundo. He enseñado constantemente en los lugares donde los judíos se reúnen, tanto en las sinagogas como en el Templo, y no he enseñado nada en secreto.  ¿Por qué me preguntas a mí? Interroga a los que escucharon lo que he dicho.»

Al oír esto, uno de los guardias que estaba allí le dio a Jesús una bofetada en la cara, diciendo: «¿Así contestas al sumo sacerdote?» Jesús le dijo: «Si he respondido mal, demuestra dónde está el mal. Pero si he hablado correctamente, ¿por qué me golpeas?»

Al fin, Anás lo envió atado al sumo sacerdote Caifás.

Simón Pedro estaba calentándose al fuego en el patio, y le dijeron: «Seguramente tú también eres uno de sus discípulos.» El lo negó diciendo: «No lo soy.» Entonces uno de los servidores del sumo sacerdote, pariente del hombre al que Pedro le había cortado la oreja, le dijo: «¿No te vi yo con él en el huerto?» De nuevo Pedro lo negó y al instante cantó un gallo.

Llevaron a Jesús de la casa de Caifás al tribunal del gobernador romano. Los judíos no entraron para no quedar impuros, pues ése era un lugar pagano, y querían participar en la comida de la Pascua. Entonces Pilato salió fuera, don de estaban ellos, y les dijo: «¿De qué acusan a este hombre?»

Le contestaron: «Si éste no fuera un malhechor, no lo habríamos traído ante ti.» Pilato les dijo: «Tómenlo y júzguenlo según su ley.» Los judíos contestaron: «Nosotros no tenemos la facultad para aplicar la pena de muerte.»

Con esto se iba a cumplir la palabra de Jesús dando a entender qué tipo de muerte iba a sufrir.

Pilato volvió a entrar en el palacio, llamó a Jesús y le preguntó: «¿Eres tú el Rey de los judíos?» Jesús le contestó: «¿Viene de ti esta pregunta o repites lo que te han dicho otros de mí?» Pilato respondió: «¿Acaso soy yo judío? Tu pueblo y los jefes de los sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?»

Jesús contestó: «Mi realeza no procede de este mundo. Si fuera rey como los de este mundo, mis guardias habrían luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reinado no es de acá.»

Pilato le preguntó: «Entonces, ¿tú eres rey?» Jesús respondió: «Tú lo has dicho: yo soy Rey. Yo doy testimonio de la verdad, y para esto he nacido y he venido al mundo. Todo el que está del lado de la verdad escucha mi voz.» Pilato dijo: «¿Y qué es la verdad?»

Dicho esto, salió de nuevo donde estaban los judíos y les dijo: «Yo no encuentro ningún motivo para condenar a este hombre.

Pero aquí es costumbre que en la Pascua yo les devuelva a un prisionero. ¿Quieren ustedes que ponga en libertad al Rey de los Judíos?»

Ellos empezaron a gritar: «¡A ése no! Suelta a Barrabás.» Barrabás era un bandido.

Entonces Pilato tomó a Jesús y ordenó que fuera azotado. Los soldados hicieron una corona con espinas y se la pusieron en la cabeza, le echaron sobre los hombros una capa de color rojo púrpura  y, acercándose a él, le decían: «¡Viva el rey de los ju díos!» Y le golpeaban en la cara.

Pilato volvió a salir y les dijo: «Miren, se lo traigo de nuevo fuera; sepan que no encuentro ningún delito en él.» Entonces salió Jesús fuera llevando la corona de espinos y el manto rojo. Pilato les dijo: «Aquí está el hombre.»

Al verlo, los jefes de los sacerdotes y los guardias del Templo comenzaron a gritar: « ¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!» Pilato contestó: «Tómenlo ustedes y crucifíquenlo, pues yo no encuentro motivo para condenarlo.» Los judíos contestaron: «Nosotros tenemos una Ley, y según esa Ley debe morir, pues se ha proclamado Hijo de Dios.»

Cuando Pilato escuchó esto, tuvo más miedo. Volvió a entrar en el palacio y preguntó a Jesús: «¿De dónde eres tú?» Pero Jesús no le contestó palabra. Entonces Pilato le dijo: «¿No me quieres hablar a mí? ¿No sabes que tengo poder tanto para dejarte libre como para crucificarte?» Jesús respondió: «No tendrías ningún poder sobre mí si no lo hubieras recibido de lo alto. Por esta razón, el que me ha entregado a ti tiene mayor pecado que tú.»

Pilato todavía buscaba la manera de dejarlo en libertad. Pero los judíos gritaban: «Si lo dejas en libertad, no eres amigo del César: el que se proclama rey se rebela contra el César.» Al oír Pilato estas palabras, hizo salir a Jesús al lugar llamado el Enlosado, en hebreo Gábbata, y lo hizo sentar en la sede del tribunal.

Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia el mediodía. Pilato dijo a los judíos: «Aquí tienen a su rey.» Ellos gritaron: «¡Fuera! ¡Fuera! ¡Crucifícalo!» Pilato replicó: «¿He de crucificar a su Rey?» Los jefes de los sacerdotes contestaron: «No tenemos más rey que el César.» Entonces Pilato les entregó a Jesús para que lo crucificaran.

Así fue como se llevaron a Jesús. Cargando con su propia cruz, salió de la ciudad hacia el lugar llamado Calvario (o de la Calavera), que en hebreo se dice Gólgota. Allí lo crucificaron y con él a otros dos, uno a cada lado y en el medio a Jesús.

Pilato mandó escribir un letrero y ponerlo sobre la cruz. Estaba escrito: «Jesús el Nazareno, Rey de los judíos.» Muchos judíos leyeron este letrero, pues el lugar donde Jesús fue crucificado estaba muy cerca de la ciudad. Además estaba escrito en hebreo, latín y griego. Los jefes de los sacerdotes dijeron a Pilato: «No escribas: “Rey de los Judíos”, sino: “Este ha dicho: Yo soy el rey de los judíos”.» Pilato contestó: «Lo que he escrito, escrito está.»

Después de clavar a Jesús en la cruz, los soldados tomaron sus vestidos y los dividieron en cuatro partes, una para cada uno de ellos. En cuanto a la túnica, tejida de una sola pieza de arriba abajo sin costura alguna, se dijeron: «No la rompamos, echémosla más bien a suertes, a ver a quién le toca.» Así se cumplió la Escritura que dice: Se repartieron mi ropa y echaron a suerte mi túnica. Esto es lo que hicieron los soldados.

Cerca de la cruz de Jesús estaba su madre, con María, la hermana de su madre, esposa de Cleofás, y María de Magdala. Jesús, al ver a la Madre y junto a ella al discípulo que más quería, dijo a la Madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Después dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y desde aquel momento el discípulo se la llevó a su casa.

Después de esto, sabiendo Jesús que todo estaba cumplido, dijo: «Tengo sed», y con esto también se cumplió la Escritura. Había allí un jarro lleno de vino agrio. Pusieron en una caña una esponja empapada en aquella bebida y la acercaron a sus labios. Jesús probó el vino y dijo: «Todo está cumplido.» Después inclinó la cabeza y entregó el espíritu.

Le abrió el costado y salió sangre y agua.

Como era el día de la Preparación de la Pascua, los judíos no querían que los cuerpos quedaran en la cruz durante el sábado, pues aquel sábado era un día muy solemne. Pidieron a Pilato que hiciera quebrar las piernas a los crucificados y retiraran los cuerpos. Fueron, pues, los soldados y quebraron las piernas de los dos que habían sido crucificados con Jesús. Pero al llegar a Jesús vieron que ya estaba muerto, y no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le abrió el costado con la lan za, y al instante salió sangre y agua.

El que lo vio da testimonio. Su testimonio es verdadero, y Aquél sabe que dice la verdad. Y da este testimonio para que también ustedes crean. Esto sucedió para que se cumpliera la Escritura que dice: No le quebrarán ni un solo hueso. Y en otro texto dice: Contemplarán al que traspasaron.

Después de esto, José de Arimatea se presentó a Pilato. Era discípulo de Jesús, pero no lo decía por miedo a los judíos. Pidió a Pilato la autorización para retirar el cuerpo de Jesús, y Pilato se la concedió. Fue y retiró el cuerpo.

También fue Nicodemo, el que había ido de noche a ver a Jesús, llevando unas cien libras de mirra perfumada y áloe. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en lienzos con los aromas, según la costumbre de enterrar de los judíos.

En el lugar donde había sido crucificado Jesús había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo donde todavía no había sido enterrado nadie. Como el sepulcro estaba muy cerca y debían respetar el Día de la Preparación de los judíos, enterraron allí a Jesús.

Pasos paralelos de la Pasión del Señor en los Evangelios según: Mt 26,2-27,66. Mc 14,17-15,47. Lc 22,14-23,56.

 

Sábado 20 de Abril de 2019

Sábado Santo: Vigilia Pascual

Evangelio según Lucas 24,1-12

 

Los sepulcros judíos estaban cavados en la roca y eran múltiples, cada excavación comprendía varias  tumbas.

Dice el Evangelio que estaba cerca del lugar donde fue crucificado Jesús, el Calvario, en las afueras, a corta distancia de la Jerusalén de los tiempos de Jesús.

En el lugar indicado por la tradición, se levanta un Templo que comprende la roca del Calvario y la tumba donde colocaron a Jesús.

 

El primer día de la semana, muy temprano, fueron las mujeres al sepulcro, llevando los perfumes que habían preparado. Pero se encontraron con una novedad: la piedra que cerraba el sepulcro había sido removida, y al entrar no encontraron el cuerpo del Señor Jesús.

No sabían qué pensar, pero en ese momento vieron a su lado a dos hombres con ropas fulgurantes. Estaban tan asustadas que no se atrevían a levantar los ojos del suelo. Pero ellos les dijeron: «¿Por qué buscan entre los muertos al que vive? No está aquí. Resucitó. Acuérdense de lo que les dijo cuando todavía estaba en Galilea: “El Hijo del Hombre debe ser entregado en manos de los pecadores y ser crucificado, y al tercer día resucitará”.» Ellas entonces recordaron las palabras de Jesús.

Al volver del sepulcro, les contaron a los Once y a todos los demás lo que les había sucedido. Las que hablaban eran María de Magdala, Juana y María, la madre de Santiago. También las demás mujeres que estaban con ellas de cían lo mismo a los apóstoles. Pero no les creyeron, y esta novedad les pareció puros cuentos.

Pedro, sin embargo, se levantó y fue corriendo al sepulcro; se agachó y no vio más que los lienzos, por lo que volvió a casa preguntándose por lo ocurrido.

Pasos paralelos en los Evangelios según: Mt 28,1-8. Mc 16,1-7.  Jn 20,1-10.

 

21 al 27 Abril 2019

21 al 27 Abril 2019

Primera semana de Pascua

 

Es la Pascua del Señor, es decir, su paso, entre nosotros. Es la actualización de la Pascua judía donde se recordaba el poder de Yahveh con su pueblo: “Recuerda Israel que fuiste esclavo en Egipto…”. Ahora con Jesús celebramos la salvación plena, la reconstitución de toda la creación en sus dimensiones humanas y divinas.

  1. Empieza el Evangelio del domingo de Pascua diciendo “vieron y creyeron”, como inicio de la buena nueva de la semana.
  2. Jesús los anima diciendo “no tengan miedo”.
  3. María Magdalena dio la vuelta y le dijo “Rabboní”, que quiere decir maestro.
  4. El miércoles es la lectura de Lucas 24: el camino a Emaús: “sus ojos estaban incapacitados para reconocerle” y “entonces se abrieron sus ojos”.
  5. “Le ofrecieron un pedazo de pescado y una porción de miel”.
  6. El discípulo al que Jesús amaba dijo a Simón Pedro: “Es el Señor”.
  7. El Evangelio según Marcos del día sábado es la final de la narración de la resurrección: “Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva a toda la creación”.

 


 

Domingo 21 de Abril de 2019

Domingo de Pascua

Evangelio según Juan 20,1-9

 

María Magdalena era una mujer originaria de Mágdala, al noroeste del lago de Galilea, que fue liberada y curada por Jesús. Con otras mujeres se convirtió en discípula, siguiéndole hasta su muerte y entierro y anunció de su resurrección.

 

El primer día después del sábado, María Magdalena fue al sepulcro muy temprano, cuando todavía estaba oscuro, y vio que la piedra que cerraba la entrada del sepulcro había sido removida. Fue corriendo en busca de Simón Pedro y del otro discípulo a quien Jesús amaba y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.»

Pedro y el otro discípulo salieron para el sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más que Pedro y llegó primero al sepulcro. Como se inclinara, vio los lienzos caídos, pero no entró. Pedro llegó detrás, entró en el sepulcro y vio también los lienzos caídos. El sudario con que le habían cubierto la cabeza no se había caído como los lienzos, sino que se mantenía enrollado en su lugar. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero, vio y creyó. Pues no habían entendido todavía la Escritura: ¡él “debía” resucitar de entre los muertos!

Pasos paralelos en los evangelios según: Mt 28,1-8. Mc 16,1-8. Lc 24,1-11.

 

Lunes 22 de Abril de 2019

Evangelio según Mateo 28,8-15

 

La mujer era considerada como un ser inferior y despreciable por el mundo romano. La función procreadora era la que determinaba, su posición en la sociedad.

En el interior de la familia, la estima aumentaba cuando llegaba a ser madre, sobre todo si lo era de un hijo varón.

Los votos de la mujer debían revalidarlos  el esposo, o también anularlos. La situación de la viuda, se regía por costumbres particulares, que les aseguraba una condición de vida decente.

Las mujeres de los agricultores asumían, no sólo los trabajos duros de la casa, sino que también guardaban los rebaños, cocían el pan, se abastecía de agua.

Las mujeres acomodadas se ocupaban de hilar y tejer, vendían los productos de su trabajo e incluso procedían a comprar campos y viñas.

 

Ellas se fueron al instante del sepulcro, con temor, pero con una alegría inmensa a la vez, y corrieron a llevar la noticia a los discípulos.

En eso Jesús les salió al encuentro en el camino y les dijo: «Paz a ustedes.» Las mujeres se acercaron, se abrazaron a sus pies y lo adoraron. Jesús les dijo: «No tengan miedo. Vayan ahora y digan a mis hermanos que se dirijan a Galilea. Allí me verán.»

Mientras las mujeres iban, unos guardias corrieron a la ciudad y contaron a los jefes de los sacerdotes todo lo que había pasado. Estos se reunieron con las autoridades judías y acordaron dar a los soldados una buena cantidad de dinero para que dijeran: «Los discípulos de Jesús vinieron de noche y, como estábamos dormidos, robaron el cuerpo. Si esto llega a oídos de Pilato, nosotros lo arreglaremos para que no tengan problemas.» Los soldados recibieron el dinero e hicieron como les habían dicho. De ahí salió la mentira que ha corrido entre los judíos hasta el día de hoy.

Pasos paralelos en los evangelios según: Mc 16,1-8. Lc 24,1-10. Jn 20,14s.

Martes 23 de Abril de 2019

Evangelio según Juan 20,11-18

 

Rabunní es el equivalente en arameo del hebreo rabbí, sin ningún matiz particular, el cual tiene como significado Señor mío, maestro mío, y representaba un apóstrofe respetuoso empleado para dirigirse a los doctores de la Ley.

 

María se había quedado llorando fuera, junto al sepulcro. Mientras lloraba se inclinó para mirar dentro y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y el otro a los pies. Le dijeron: «Mujer, ¿por qué lloras?» Les respondió: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto.»

Dicho esto, se dio vuelta y vio a Jesús allí, de pie, pero no sabía que era Jesús. Jesús le dijo: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?» Ella creyó que era el cuidador del huerto y le contestó: «Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré.»

Jesús le dijo: «María». Ella se dio la vuelta y le dijo: «Rabboní», que quiere decir «Maestro». Jesús le dijo: «Suéltame, pues aún no he subido al Padre. Pero vete donde mis hermanos y diles: Subo a mi Padre, que es Padre de ustedes; a mi Dios, que es Dios de ustedes.»

María Magdalena se fue y dijo a los discípulos: «He visto al Señor y me ha dicho esto.»

Pasos paralelos en los evangelios según: Mt 28-9-10. Mc 16,9-11.

 

Miércoles 24 de Abril de 2019

Evangelio según Lucas 24,13-35

 

Hay cuatro lugares que pretenden ser designados como la Emaús del Evangelio de Lucas. Aún se discute su ubicación, aunque se piensa que se encontraba en la actual Anwas, que fue convertida en colonia romana bajo el nombre de Nicópolis el año 221 d.C.

 

Aquel mismo día dos discípulos se dirigían a un pueblecito llamado Emaús, que está a unos doce kilómetros de Jerusalén, e iban conversando sobre todo lo que había ocurrido. 15 Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se les acercó y se puso a caminar con ellos,  pero algo impedía que sus ojos lo reconocieran.

 El les dijo: « ¿De qué van discutiendo por el camino?» Se detuvieron, y parecían muy desanimados. Uno de ellos, llamado Cleofás, le contestó: « ¿Cómo? ¿Eres tú el único peregrino en Jerusalén que no está enterado de lo que ha pasado aquí estos días?» « ¿Qué pasó?», les preguntó. Le contestaron: « ¡Todo el asunto de Jesús Nazareno!» 19 Era un profeta poderoso en obras y palabras, reconocido por Dios y por todo el pueblo. Pero nuestros sumos sacerdotes y nuestros jefes renegaron de él, lo hicieron condenar a muerte y clavar en la cruz. Nosotros pensábamos que él sería el que debía libertar a Israel. Sea lo que sea, ya van dos días desde que sucedieron estas cosas.

En realidad, algunas mujeres de nuestro grupo nos han inquietado, pues fueron muy de mañana al sepulcro y, al no hallar su cuerpo, volvieron hablando de una aparición de ángeles que decían que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y hallaron todo tal como habían dicho las mujeres, pero a él no lo vieron.»

Entonces él les dijo: « ¡Qué poco entienden ustedes y qué lentos son sus corazones para creer todo lo que anunciaron los profetas! ¿No tenía que ser así y que el Mesías padeciera para entrar en su gloria?» Y les interpretó lo que se decía de él en todas las Escrituras, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas.

Al llegar cerca del pueblo al que iban, hizo como que quisiera seguir adelante, pero ellos le insistieron diciendo: «Quédate con nosotros, ya está cayendo la tarde y se termina el día.» Entró, pues, para quedarse con ellos.

Y mientras estaba en la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. En ese momento se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero él desapareció. Entonces se dijeron el uno al otro: « ¿No sentíamos arder nuestro corazón cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?»

De inmediato se levantaron y volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once y a los de su grupo. Estos les dijeron: «Es verdad: el Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón.»  Ellos, por su parte, contaron lo sucedido en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

 

Jueves 25 de Abril de 2019

Evangelio según Lucas 24,35-48

 

La palabra Paz expresa, no sólo la vida en buena armonía con los demás, sino también la integridad de un ser o sociedad, la salud, la prosperidad material y espiritual, la felicidad.

 

Ellos, por su parte, contaron lo sucedido en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Mientras estaban hablando de todo esto, Jesús se presentó en medio de ellos (y les dijo: «Paz a ustedes.») Quedaron atónitos y asustados, pensando que veían algún espíritu, 38 pero él les dijo: « ¿Por qué se desconciertan? ¿Cómo se les ocurre pensar eso? Miren mis manos y mis pies: soy yo. Tóquenme y fíjense bien que un espíritu no tiene carne ni huesos, como ustedes ven que yo tengo.» 40 (Y dicho esto les mostró las manos y los pies).

Y como no acababan de creerlo por su gran alegría y seguían maravillados, les dijo: « ¿Tienen aquí algo que comer?» Ellos, entonces, le ofrecieron un pedazo de pescado asado (y una porción de miel); lo tomó y lo comió delante ellos.

Jesús les dijo: «Todo esto se lo había dicho cuando estaba todavía con ustedes; tenía que cumplirse todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos referente a mí.»

Entonces les abrió la mente para que entendieran las Escrituras. Les dijo: «Todo esto estaba escrito: los padecimientos del Mesías y su resurrección de entre los muertos al tercer día. Luego debe proclamarse en su nombre el arrepentimiento y el perdón de los pecados, comenzando por Jerusalén, y yendo después a todas las naciones, invitándolas a que se conviertan. Ustedes son testigos de todo esto.

Pasos paralelos en los Evangelio según: Jn 20,19-23. Mt 28,18-20. Mc 16,15-16.

 

Viernes 26 de Abril de 2019

Evangelio según Juan 21,1-14

 

Pedro, llamado también Simón, era un pescador como su hermano Andrés, originario de Betsaida según el Evangelio de Juan (Jn 1,44) y de Cafarnaum según el evangelista Marcos (Cfr capítulo 1 de Marcos). Fue llamado por Jesús a orillas del lago de Galilea, junto con Andrés, Santiago y Juan. Su carácter fue entusiasta y seguro de sí mismo.

 

Después de esto, nuevamente se manifestó Jesús a sus discípulos en la orilla del lago de Tiberíades. Y se manifestó como sigue: Estaban reunidos Simón Pedro, Tomás el Mellizo,      Natanael, de Caná de Galilea, los hijos del Zebedeo y otros dos discípulos. Simón Pedro les dijo: «Voy a pescar.» Contestaron: «Vamos también nosotros contigo.» Salieron, pues, y subieron a la barca, pero aquella noche no pescaron nada.

Al amanecer, Jesús estaba parado en la orilla, pero los discípulos no sabían que era él. Jesús les dijo: «Muchachos, ¿tienen algo que comer?» Le contestaron: «Nada.» Entonces Jesús les dijo: «Echen la red a la derecha y encontrarán pesca.» Echaron la red, y no tenían fuerzas para recogerla por la gran cantidad de peces.

El discípulo al que Jesús amaba dijo a Simón Pedro: «Es el Señor.» Apenas Pedro oyó decir que era el Señor, se puso la ropa, pues estaba sin nada, y se echó al agua. Los otros discípulos llegaron con la barca —de hecho, no estaban lejos, a unos cien metros de la orilla; arrastraban la red llena de peces.

Al bajar a tierra encontraron fuego encendido, pescado sobre las brasas y pan. Jesús les dijo: «Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar.» Simón Pedro subió a la barca y sacó la red llena con ciento cincuenta y tres pescados grandes. Y a pesar de que hubiera tantos, no se rompió la red.

Entonces Jesús les dijo: «Vengan a desayunar». Ninguno de los discípulos se atrevió a preguntarle quién era, pues sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan y se lo repartió. Lo mismo hizo con los pescados.

Esta fue la tercera vez que Jesús se manifestó a sus discípulos después de resucitar de entre los muertos.

Paso paralelo en el Evangelios según:Mt 26,32 y 28,7 Lc 5,4-10; 24,41-43.

Sábado 27 de Abril de 2019

Evangelio según Marcos 16,9-15

 

Los relatos ubican el lugar de las reuniones de los y las seguidoras de Jesús en una sala que se encontraba en el piso de arriba de la ciudad de Jerusalén, semejante a las casas de oriente medio. A la sala sólo se podía acceder por una escalera exterior pegada a una de las paredes laterales del inmueble.

Esto se hacía para procurar el menor contacto entre hombres y mujeres.

 

Jesús, pues, resucitó en la madrugada del primer día de la semana. Se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a anunciárselo a los que habían sido compañeros de Jesús y que estaban tristes y lo lloraban. Pero al oírle decir que vivía y que lo había visto, no le creyeron.

Después Jesús se apareció, bajo otro aspecto, a dos de ellos que se dirigían a un pueblito. Volvieron a contárselo a los demás, pero tampoco les creyeron.

Por último se apareció a los once discípulos mientras comían, y los reprendió por su falta de fe y por su dureza para creer a los que lo habían visto resucitado.

Y les dijo: «Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva a toda la creación.

Pasos paralelos en los Evangelios según: Jn 20,11-23.  Lc 24,13.49.